En el instituto tuve una profesora de ética que me tenía un poco de amor/odio. La tía me decía que le sorprendía mi capacidad para memorizar toda la teoría infumable que ella nos daba.
Sabía que la memorizaba porque era capaz de ponerla en el examen con las palabras exactas que venían en el libro.
Y eso a ella le jodía bastante.
Yo no lo hacía por joder, sino porque me resultaba imposible entender aquello. Cuando lo leía, mi cerebro no era capaz de ver para qué servía, así que, solo me quedaba memorizarlo.
Llegaba al examen, lo vomitaba y al día siguiente ya no me acordaba de nada.
Es una pena, porque la verdad es que después me ha interesado mucho la filosofía y he entendido la gran utilidad que tiene en mi vida, pero ¿sabes cuál fue el problema?
Que la persona que hizo aquellos libros de texto no los hizo con el objetivo de que aprendiéramos filosofía, los hizo con el objetivo de que aprobásemos un examen.
Por desgracia, esto es muy habitual en el sistema educativo, pero también fuera.
Si te dijese que la mayoría de ideas o del contenido que consumimos acaba quedándose en lo más profundo del cajón de la teoría, no te sorprendería. Es más, estoy seguro de que te vendrían a la mente varias ocasiones en las que te ha pasado esto.
Pasa a diario.
Venimos de un sistema que nos premia por sabernos la teoría y ya. No valora si sabemos ponerlo en práctica. En este contexto es en el que se ha cableado nuestro cerebro desde pequeños y es por eso que cuesta tanto pasar de la teoría a la práctica. De la idea a la realidad.
Tu cerebro consume contenido, tiene ideas, pero dice “¿Y ahora qué hago yo con esto?” Y la realidad es que no lo sabe.
Es cierto que el saber no ocupa lugar, pero si no somos capaces de aplicar esa teoría en la práctica, el resultado que eso tiene en nuestra vida es nulo.
De nada sirve tanta teoría si no se puede poner en práctica.
De nada sirve practicar si no tiene un impacto en tu vida.
¿Y sabes por qué pasa esto?
Porque gran parte de los productos, teoría e ideas que hay por ahí no son accionables.
La accionabilidad es el “Santo Grial” de las ciencias, las artes, los negocios y de la vida en general. Concretar una idea y hacerla realidad es magia, arte y ciencia del más alto nivel. Y hay algo que tienes que tener muy muy claro. Repetirlo y repetirlo hasta que lo interiorices y sea parte de ti.
La capacidad de transformar ideas en realidades está en tu cerebro.
Si no eres capaz de concretar lo que piensas (y lo que quieres), tienes un problema y grave. Porque el mundo real está hecho de personas, cosas y eventos, no de ideas.
Esta guía está diseñada para enseñar y entrenar a tu cerebro a hacer realidad tus ideas. A aprender los mecanismos que hacen que una teoría sea fácilmente accionable y tenga un impacto en la realidad.
Y lo haremos así:
✓ Siguiendo y aplicando las leyes de la física, la química y la biología; por las cuales se rige tu cerebro.
✓ Siguiendo y aplicando los principios de la filosofía, la ciencia y la experiencia; por los cuales aprende y se modifica tu cerebro.
✓ Con el fin de optimizar tu cerebro para que te provea de éxito y bienestar.
Tener esta habilidad podría ayudarte a que el contenido que crees sea muy accionable y esto podría tener un gran impacto en tu vida. También a que sepas cómo llevar una idea a la práctica poniéndoselo fácil a tu cerebro. Sí, porque a tu cerebro se lo tienes que poner fácil para que pase a la acción.
Si hubiera sabido hace años todo lo que sé ahora sobre accionabilidad, estoy seguro de que muchas buenas ideas que se quedaron por el camino hubieran tenido un gran impacto en mi vida. Pero nunca es tarde.
Es una cuestión de saber qué teclas tocar en tu cerebro, entrenarlo y aplicarlo en tu día a día. Y eso es lo que te vamos a enseñar.